De la invención del individuo a la irrupción del inconsciente - La estructura dura y la estructura blanda


La estructura dura y la estructura blanda.

¿Cuál es la especificidad del padre que los psicoanalistas decimos que está declinando en la actualidad? Es una idea que Lacan articuló en los años 30 en uno de sus primeros textos, llamándola “la declinación de la imago paterna”. Es una de esas ideas que estará a lo largo de toda su obra.

Hablamos de una modificación fundamental en la cultura, que coincide con las modificaciones del patriarcado, aunque no estoy seguro de que sea lo mismo. Esta última se capta en la emergencia de nuevos modos de ver la feminidad, los derechos de la mujer, los derechos reproductivos, las nuevas identidades de género, el reconocimiento de las minorías sexuales. Esto configuraría desde mediados del siglo XIX con la incorporación de las mujeres a la fábrica, el fin del patriarcado.

Se ubican en dos niveles diferentes aunque probablemente tengan que ver. Propongo una distinción entre una estructura dura y una estructura blanda. La estructura dura, con su equívoco, es dura porque dura en el tiempo y dura porque no cambia. La estructura dura es un descubrimiento del siglo XX, al cual se anticipó Freud desde la monografía sobre Las Afasias, y el Proyecto de una Psicología para Neurólogos, en esos tiempos en los que todavía escribía como neurólogo, pero se puede captar una preocupación por el lenguaje. Es un descubrimiento de la lingüística en la primera década del siglo XX, que aprovechan la antropología, el marxismo, los análisis culturales y vuelve al psicoanálisis y es lo que llamamos con una palabra un poco abusiva, el estructuralismo.

La estructura dura está referida a las bases de cualquier lengua, a sus modos de producción de sentido, a las leyes de su mutación, desde las partículas sin significación que son los fonemas hasta los modos de pensar de una época. Desde ahí se confunde con una estructura blanda, la de los modos de pensar, las modas, las legislaciones, todo aquello en lo cual se expresan los cambios históricos. Este es el objeto del mercadeo y en buena parte la sociología, aparece como colisiones enunciativas que hoy encuentran su expresión más acabada en la plétora de las redes sociales.

Lo que llamamos el padre, en cambio, la función paterna en psicoanálisis es del orden de la estructura dura. No es propiamente un hecho histórico, sino transversal a diferentes períodos históricos y la cuestión es si en este momento estamos frente a la modificación de algo de la estructura dura. Esto valdría tanto como la emergencia misma del psicoanálisis, el elemento irreductible del cual testimonia.

Porque el inconsciente freudiano y el de buena parte de la enseñanza de Lacan, se refiere a esta modificación de la estructura dura y no a modos de pensar. La “piedra angular del orden simbólico que es el nombre del padre” como dice Miller en la presentación del X Congreso de la AMP, el descubrimiento freudiano del inconsciente y su invención, que es el psicoanálisis, están referidos a esta piedra angular. Su descubrimiento está referido a la modificación de una estructura dura que no había cambiado en muchísimo tiempo.

Este modo de funcionamiento estaría desde el que hay seres hablantes, pero eso no es indemne a la historia. Nuestra época nos permite pensar que la estructura dura no es ni natural ni sagrada y por lo tanto cambia. Podemos tratar de entender lo que estamos presenciando, padeciendo, participando de eso, si pensamos en cuál fue la modificación anterior de esta estructura que casi no cambia y que cuando cambia tiene consecuencias fundamentales para la cultura.

Por ejemplo, frente a la idea de que la familia nuclear, compuesta por padre, madre e hijos, era la estructura mínima de la sociedad, Levi-Strauss antepone la idea de que la unidad mínima es la alianza entre familias, entre grandes conglomerados humanos. La alianza exogámica entre diferentes grupos humanos, sigue manteniéndose en un nivel fundamental, pues la gente sigue casándose con gente fuera de su grupo familiar. No importan las modificaciones de los componentes de las parejas y los modos de emparejamiento, se sigue buscando pareja más allá del grupo familiar. La prohibición del incesto sigue indemne.

Habría que ver cómo en ese nivel existirían desplazamientos y rupturas que provoquen desplazamientos y cambios en otros niveles más visibles. La Sagrada Familia de Nazaret es una idea de familia muy reciente. En Latinoamérica, hasta hace apenas dos generaciones, la familia cercana incluía a los abuelos y a los tíos en las casas familiares, donde interactuaban varios grupos familiares de lo que hoy llamamos la célula básica. Esa modificación para nosotros es más tardía.

Para nosotros es más sencillo captar cómo la familia que llama Marx la familia burguesa es un invento histórico, pero lo que no es un invento histórico es el hecho de que la gente se casa con gente fuera de su familia. Freud se anticipó en esto a Levi-Strauss. Este último descubrió la prohibición universal del incesto en los años treinta y la puso por escrito en los años cincuenta, pero Freud articuló el complejo de Edipo en la primera década del siglo XX.

El inconsciente se refiere a esta estructura dura y a las modificaciones que se están dando en esta estructura. Para que hubiera esta revelación, tuvo que suceder una simplificación de la estructura dura. Como tendremos ocasión de recorrer con más detalle, esta simplificación previa que hizo falta para que se nos revelara la estructura dura en el siglo XX, se da en el cambio del siglo XVI al XVII, el inicio de la modernidad. Está desarrollándose la primera guerra mundial, la guerra de los treinta años, que tocó algunas colonias europeas del Pacífico. Rápidamente evoluciona de guerra de religión, que es el modo de la guerra hasta ese momento, a guerra entre estados nacionales, que es el modo posterior. Las guerras entre estados nacionales azotaron Europa y otras partes del mundo desde la guerra de los treinta años hasta lo que nosotros llamamos la primera guerra mundial, es decir, trescientos años.

Las guerras entre estados nacionales constituyen una simplificación de la justificación de la guerra. Antes las guerras eran guerras justas, de ideas sagradas, después de las guerras de religión entre estados protestantes y católicos, lo que vienen son guerras desnudas de ideales, por intereses nacionales, excepto el hiato de las guerras napoleónicas, esta dinámica sigue más o menos hasta la primera guerra mundial. Una clarificación de la guerra en esos términos hubiera sido muy dificil de entender para la mentalidad medieval.

Uno de los rasgos de la guerra de los treinta años es la contratación masiva de mercenarios. Antes de esto los soldados pertenecían a corporaciones o a las gens romanas, por ejemplo, grandes familias extendidas que por lazos de obligación mandaban a sus productos a la guerra. En el siglo XVII los soldados no son solamente soldados de corporaciones, familias o iglesias, sino mercenarios, gente que hace un contrato individual con una determinada parcialidad. Eso implica que un soldado podía estar peleando hoy a favor de Polonia y mañana a favor de un estado alemán contrario. Ocurriendo esto hasta el nivel mismo de los generales.

Otro rasgo que está sucediendo es la emergencia del método científico, la gesta heroica de Galileo Galilei, que fue antecedida por Copérnico y por Giordano Bruno quien fue quemado en una plaza pública por sus ideas. La emergencia del método científico implica un contrato individual con la verdad, a partir de un procedimiento, que si bien debe ser replicable, lo cierto es que la idea se le ocurre a alguien. La idea de apuntar con el telescopio al cielo le pertenece a Galileo, tiene su nombre. Cuando hace esto y ve cuatro puntos de luz girando alrededor de Júpiter, con ese gesto y con el descubrimiento de las montañas en la luna se produce un efecto formidable de caída del saber aristotélico que se había desarrollado en Europa por los últimos cuatrocientos años.

Aristóteles, redescubierto por los medievales e integrado al pensamiento escolástico por Santo Tomás de Aquino, había planteado que la luna era un espejo perfecto, sin ninguna imperfección, y Galileo descubrió montañas en la luna. Tanto el sistema ptolemaico como el copernicano planteaban que todos los astros giraban alrededor de un centro, para Ptolomeo era la tierra, para Copérnico era el sol. Pero a nadie se le había ocurrido que Júpiter podía funcionar como centro para otros objetos. Eso acabó con la idea de un centro único

Tercer rasgo. A nivel de la literatura, la tragedia Romeo y Julieta de William Shakespeare, que fue publicada en 1599, el año anterior de que mataran en plaza pública a Giordano Bruno, catorce años antes de que Galileo fuera sometido a juicio. Esta historia de amor entre dos jóvenes elevada a la categoría de tragedia también es una novedad, como su misma elección amorosa que desafía la ley de las familias y va en el sentido de la nueva ley civil que prohíbe la violencia por motivos privados, corporativos o familiares. Anticipa la paz de Westfalia al final de la guerra de los treinta años, donde se reduce el pacto social de las familias y las gens a un pacto entre individuos y estado. El individuo se ve como suficientemente importante como para sostener un pacto con el estado. En Hobbes el individuo renuncia a la violencia a favor de su príncipe, de su estado.

Está sucediendo una transmutación del valor del individuo. Según Nietzsche quedar librado a la propia individualidad era un castigo. A Romeo se lo castiga con el exilio a Mantua cuando mata a uno de sus enemigos y aunque el castigo que había dispuesto el príncipe era la muerte, como era el único hijo varón de una familia ilustre lo exilian. En esta época el individuo está cambiando de signo, de constituir una negatividad, un aislamiento, se convierte en un derecho, en una positividad, un espacio que hay que preservar.

Esto no se puede ver en otro sitio con más claridad que en las Meditaciones Metafísicas. Veremos cuatro rasgos en este sentido: La intangibilidad del individuo, el vaciamiento del sujeto, la simplificación del objeto, rasgos que están sostenidos sobre la reducción de Dios a un garante. Un garante de la relación entre el individuo y la sociedad en el caso de la moral, entre el sujeto con su acto, en el caso de la relación de lo que uno puede o no hacer con los demás y con su propio ser y entre las palabras y las cosas. El Dios de Descartes es solo un funcionario que existe para garantizar esas relaciones.

Antes de este momento, Dios es una fuerza activa en la historia. Se ejerce mediante el milagro, el castigo, la plaga. Se introduce mediante el envío de su propio hijo a ser sacrificado por los pecados de la humanidad, el culmen de la revelación cristiana. El Dios de Descartes es una función, una simplicidad que existe para que cuando yo diga que dos más dos es cuatro eso no sea un engaño. Esta reducción implica una estructura tripartita. Si Dios está supuesto a garantizar el saber, de él no puedo saber nada, lo cual es otra transgresión del Dios cristiano que se revela y se dona a sí mismo.

Solamente sé que existe porque dejó una marca en mí, una letra. Una marca de fábrica, que es la idea de Dios. Está el sujeto, la marca y algo de lo que no puedo saber nada, excepto que es bueno y que no me engaña. Esto permite desplegar el discurso científico. Esa marca lo orienta en su acto y en su posibilidad de conocer. El padre queda reducido a un puro sujeto supuesto a garantizar, como el príncipe, no tiene una legitimidad sagrada, sino que tiene la posición de una fijeza que está ahí para que todo siga funcionando.

Es un empobrecimiento de la idea de Dios, con una ventaja enorme para el desarrollo de la modernidad. Uno de sus resultados es que debo ejercer la palabra a partir de mi propia responsabilidad con lo que hablo, lo cual se constituye en un presupuesto tanto de la democracia como del psicoanálisis. Podemos pensar por qué el loco deja de ser el que revela una verdad, con una sabiduría especial, con un lugar en el pueblo. Ahora hay que controlarlo, amarrarlo, porque para él no funciona esto de la garantía entre las palabras y las cosas, ni entre el sujeto y su acto.

La democracia es la revelación de que la estructura no es fija y se la debemos en parte a Descartes. Cuando articula la estructura tripartita entre el sujeto, la marca y lo que no se puede conocer más allá de la marca, está al mismo tiempo enunciándola y denunciándola, la hace visible.

En esta época tenemos los primeros experimentos de república, y una ascendencia del capitalismo. Así como el loco es alguien para quien no funciona la estructura básica, y por lo tanto revela que no es universal, se puede pensar en experimentar con otras formas de constitución social y política.

El capitalismo implica la movilidad de la estructura, una metáfora de una metáfora de una metáfora. La riqueza no está absolutamente ligada a cosas concretas como la tierra o el oro. El valor comienza a circular de otra manera. La democracia y el capitalismo revelan que la estructura no es fija, pero se mantiene la creencia en un garante, en un centro que está en el propio sujeto y es lo que despliega la ilustración. sin embargo, tienen que pasar trescientos años para que esta revelación cuaje y se vuelva viral, masiva, global.

Hay otra consecuencia de esta revelación. Si la estructura no es fija, la moral no es fija, ni la familia, ni nada. Todo lo que había sido articulado alrededor de esta fijeza en la modernidad, comienza a salir de control. El psicoanálisis es una puesta en práctica de una modificación de la estructura dura, del hecho de que si lo que organiza una vida es un invento, no algo sagrado ni natural y está funcionando mal, puede ser refaccionado con otra cosa. Cuando alguien viene a verse con un psicoanalista, es porque su invento, su manera de estar en el mundo está funcionando mal y está produciendo sufrimiento de más. De eso puede hacerse un tratamiento o reducirse, o cambiarse por otra cosa, porque no es más que un invento.

Las psicosis, como las vemos con Lacan a partir de los años setenta, son la puesta al día de este hecho en su radicalidad. Es hasta el punto en el cual el Edipo sostenido sobre un prohibidor garante no es la manera como todos nos debemos organizar. Lo que eso veló durante toda la modernidad, incluyendo a buena parte del psicoanálisis postfreudiano, es que para los que somos supuestamente normales, para los comunes que no deliramos escandalosamente, también es un invento.

Lo que Descartes reveló, pero dejó en el uno para todos, en el psicoanálisis se revela como una multiplicidad infinita de universos. La modificación de nuestra época es mostrar que el sujeto no existe de manera estándar. Que cada uno puede reinventar algunas cosas. Es la condición de posibilidad de la práctica de un psicoanálisis, desde el vamos con las psicosis y hacia dónde vamos con las neurosis.

La reducción del Dios cristiano a un garante, es un paso necesario para pasar a considerar las múltiples opciones que tiene un hablante. Lo que ha caído, lo que cambia a nivel de la estructura dura, es que la invención moderna de Dios reducida a garante ya no está más. Por eso Freud puede inventar el mito del padre de la horda, al mismo tiempo que está estudiando al Dios de Schreber, que es alguien a quien él teme engañar, que no sabe tratar el cuerpo. Tan lejano, tan diferente, tan otro, que no tiene idea de cómo tratar un cuerpo humano.

En el seminario 11 Lacan dice que la verdadera fórmula del ateísmo no es “Dios ha muerto”, que eso es una coartada de Nietzsche para arreglárselas con su castración. La verdadera fórmula del ateísmo para Lacan es “Dios es inconsciente”, no dice que Dios es el inconsciente. No es que Dios sea el discurso del Otro, no es que Dios sea lo simbólico. Lacan se ve a sí mismo como un ateo, no uno reivindicativo que crea en un padre para desmentirlo. Dios es inconsciente quiere decir “cada uno tiene un real”.

Eso que Descartes pone más allá de la marca no es ni universal ni glorioso, sino singular e irrisorio. Está más vinculado a las funciones básicas del hecho de que estamos vivos, comer, cagar, reproducirnos, que a la gloria de un ser mucho más alto. Pero sí es trascendente en el sentido de que no lo controlamos, no está quieto como un funcionario. En este ateísmo lacaniano si uno dice cada uno tiene un real, es porque cada uno tienen que hacerse cargo de eso.

Hay que interpretar la relación que cada uno tiene con eso, y eso abre la posibilidad de una práctica.

Introducción
Capítulo siguiente

No hay comentarios.:

Publicar un comentario