De la invención del individuo a la irrupción del inconsciente - El representante del hecho de que exista la representación


El representante del hecho de que exista la representación.


De modo que en las primeras sesiones del seminario XI tenemos la idea del inconsciente como Unbegriff, es decir, del concepto del no concepto, que Lacan traduce directamente como concepto de la falta. También encontramos la idea del inconsciente como tropiezo. Dos maneras de reelaborar la idea del inconsciente como una articulación significante, que no es que queda abandonada, pero está tendiendo a marcar una diferencia y empujando el concepto hasta su propio límite.

La repetición también se transforma. Aquí encontramos otra de las ironías lacanianas pues se trata de una repetición que busca la variedad, que no busca lo mismo. Esto se aleja de lo que intuitivamente pensaríamos: La reelaboración de la misma escena cada vez, la reelaboración de un destino que se repite. Lacan se aleja de allí y produce otra idea sobre la repetición. “… en los textos de Freud, repetición no es reproducción… Wiederholen no es Reproduzieren (1992, pág. 58). Para ello se sirve de dos conceptos aristotélicos, “tyche” y “automaton”.

Tyche es el encuentro, el azar, y automaton es del orden de la realidad que está “en souffrance”, un equívoco francés que dice al mismo tiempo “a la espera” y “en sufrimiento”. Así traduce Lacan la realidad unterlegt o untertraggen. La compulsión de repetición tiene que ver con una realidad que está a la espera, en suspenso. (1992, pág. 64)

Estar a la espera implica que cualquier encuentro afortunado, para esa estructura o forma de ser de las cosas, hace que se desencadene como una trampa para osos. De hecho puede desencadenarla cualquier cosa que pase, aunque no sea un oso. La tyche es lo que hace que la trampa se dispare, que acontezca algo que estaba esperando a producirse.

Esto nos da una intuición de cómo Lacan está pensando lo real en este momento. El problema de Lacan aquí es cómo llevar los conceptos al límite, más allá de su propia enseñanza y no digamos de lo que habían llegado a ser en los postfreudianos, allí donde pueden decirnos algo más sobre la práctica.

Según lo que habíamos visto en el capítulo anterior, para Miller los conceptos fundamentales son constituyentes, son lo que organiza la práctica, la manera de pensar de los psicoanalistas, la forma de pensar la teoría, la manera de organizarse en instituciones. Pienso que la introducción de tyche y automaton para avanzar en los conceptos de inconsciente y de repetición, se aclara si seguimos la línea que va del Unbegriff, del concepto de lo que no tiene concepto, al representante de la representación, el Vorstellungsrepräsentanz.

El problema de la representación está allí donde no se puede representar algo. Los dos ejemplos que usa para ello son el juego del Fort-Da y el sueño del “padre no ves que ardo” tomado de La Interpretación de los Sueños. Un padre que se queda dormido en el funeral de su hijo deja a cargo a un señor mayor canoso, y se suscita un golpe que se incorpora al sueño, y el padre se despierta con el niño diciéndole "padre no ves que ardo", a una realidad en la cual está comenzando un incendio.

Lacan cuenta un sueño suyo en el que él se acuesta a descansar y lo despierta un golpe de alguien que está tocando la puerta, y el convierte el golpe en un sueño.  En el sueño del “padre no ves que ardo” se trata del golpe de la vela que se cae. Ese “trocito de realidad” que está entre percepción y consciencia. Se produce un sueño muy simple que reproduce exactamente la escena que está sucediendo, una experiencia prácticamente cotidiana. Freud dice - pero no explica el hecho - de que los sueños son para satisfacer la necesidad de dormir. Más allá del deseo que se satisface en el sueño, el padre sigue durmiendo, pero hay un despertar al hecho de que no hay representación para lo que es la muerte de un hijo, excepto dice Lacan, el padre en tanto que deseo inconsciente.

El aparato psíquico, el automaton, utiliza la tyche de la caída de la vela, para producir una representación de algo. Aprovecha lo contingente para que se produzca el despertar de algo que está a la espera, antes de que el sujeto se despierte y reorganice la representación a partir del trocito de realidad de la vela que se cae o de que tocan la puerta. Este reparto se asemeja a la metáfora freudiana del deseo actual como socio industrial y el deseo inconsciente como socio capitalista.

Pero aprovecha para ir más allá de que el sueño sirva a la necesidad de dormir, o de que sirva a la satisfacción de un deseo reprimido, y plantear que el sueño es el lugar de un despertar de lo real. El sueño es el sujeto haciendo algo con el hecho de que lo real se ha despertado. El sueño recubre, como es la función del fantasma, el despertar de lo real.

Están la tyche, el automaton y lo real que es sin representación. Lo real usa el puro azar y el aparato mismo que está constituido, para tejer algo que le permita hacerse presente. Tiene una capacidad activa, una positividad creativa. Lo real es sujeto. Intenta hacerse ciudadano de la representación tejiendo con el azar y con el aparato, los elementos que están disponibles.

VorstellungsRepräsentanz, es traducido como el representante representativo. Estas dos palabras fundidas por las propiedades gramáticas del alemán, en español hacen una aliteración que no existe en el alemán: El representante (repräsentanz) de la representación (vorstellung). Lacan traduce repräsentanz como el lugarteniente. Es como un representante comercial de una casa matriz.

La Vorstellung tiene un representante, lo necesita ahí donde no pertenece, donde ella misma no alcanza. El representante representativo es el representante del hecho de que haya representación más allá de donde la representación alcanza, o ahí donde la representación no alcanza. En esa noción freudiana, Lacan anuda la interpretación del sueño del "padre no ves que ardo" y el juego del Fort Da. El carretel es el representante de la vorstellung del niño allí en el foso que se genera por el hecho de que la madre se ausenta. Y va a decir que el objeto a es el representante de la representación donde no hay manera de imaginar ni de simbolizar una experiencia.

Lo real se busca un representante usando tyche y automaton o una o la otra. Se trata del mal encuentro el que hace tyche. Por qué la gente sufre de estas cosas, es un misterio psicoanalítico que no hay que dar por sentado. No es con el encuentro amoroso en sí, sino con el encuentro en el que la cosa que no funciona, en la causa como lo que cojea, en lo que falla. ¿Por qué es en el mal encuentro donde lo real suele encontrar un representante para hacerse representar en el mundo de la representación?

Al final de la sesión Françoise Dolto, su gran amiga e interlocutora, le cuestiona que él haya dicho que no hay ningún desarrollo natural en las fases del desarrollo. Efectivamente Lacan había dicho poco antes que “Si el conocimiento en los escritos teóricos está referido tan a menudo a algo análogo entre la ontogénesis y la filogénesis, ello se debe a una confusión… toda la originalidad del análisis radica en no centrar la ontogénesis psicológica a los pretendidos estadios, los cuales, literalmente, no tienen ningún fundamento discernible en el desarrollo observable en términos biológicos. El accidente, el tropiezo de la tyche anima el desarrollo entero…” (1992, pág. 71)

Es decir, no centrar el vamos del ser en los estadios, la emergencia del ser en los estadios, “los cuales no tienen ningún fundamento discernible…”, no hay nada ni hereditario ni natural, sino que hay que tomar esto como un fantasma que recorre a Freud, es decir, la idea de que las pulsiones se van organizando. Por qué se repite siempre la estructura de los estadios. El equívoco de lo que introduce Freud con natural o biológico, se presta a confusiones. Pero en el caso Dora, Freud usa dos palabras diferentes para nombrar lo orgánico y el cuerpo y Lacan continúa esta distinción.

Lacan dice no hay ontogénesis ni filogénesis. “El accidente, el tropiezo de la tyche anima el desarrollo entero, y ello porque la tyche nos lleva al mismo punto en el cual la filosofía presocrática buscaba motivar al mundo” (1992, pág. 71). A Freud no hay que buscarlo en Darwin sino en los presocráticos, aunque hablara en darwinés.

Dolto entonces interroga sobre esto y Lacan responde como desde su perspectiva se puede entender que existan estadios sin tener que recurrir a una biología. “La descripción de los estadios… no debe ser referida a una pseudo-maduración natural… Los estadios se organizan en torno de la angustia de castración. El hecho de la copulación en la introducción de la sexualidad es traumatizante - ¡tamaño tropiezo!” (1992, pág. 72)

La sexualidad traumatizante “tiene una función organizadora para el desarrollo…La angustia de castración es como el hilo que perfora cada etapa del desarrollo… Cristaliza cada uno de esos momentos en una dialéctica que tiene como centro un mal encuentro. Los estadios son consistentes precisamente en función de su posible registro en términos de malos encuentros.” (1992, pág. 72) No es que en retroacción los malos encuentros tengan un carácter sexual, sino que en cada etapa no se produce el encuentro esperado.

El niño se queda fijado en el foso que deja la madre y el mal encuentro sirve para representar lo que lo real trata de hacer presente. El mal encuentro es el representante de la representación, el representante mediante el cual lo real hace representar el hecho de que “la empatía no se produce”.

¿Por qué la gente viene a un analista? Siempre es porque está sufriendo. Lo que convocamos, como los exorcistas o los médiums, es al representante mediante el cual se hace representar lo que no anda, cómo un sujeto se ha inventado una manera de nombrar eso que no anda. Eso lo atraemos como un imán.

Así Lacan da otra vuelta al inconsciente estructurado como un lenguaje, eso es automaton, es freudiano y se sostiene, pero para llevar los conceptos de repetición y de inconsciente a su límite, allí donde hacen litoral con lo real.


Para que pudiera darse la irrupción del inconsciente, era necesario que en algún punto se inventara al individuo del cual este inconsciente es la subversión. Haremos una lectura de las Meditaciones Metafísicas de Descartes para encontrarnos con el sujeto con el cual nos las tenemos que ver en la experiencia analítica, y al yo que le sirve de dispositivo para no ser encontrado.

Trabajos citados

LACAN, J. (1992). El Seminario de Jaques Lacan, Libro 11: Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
MILLER, J.-A. (1992). Comentario del seminario inexistente. Buenos Aires: Manantial.



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