lunes, 12 de julio de 2021

Práctica y perspectiva

Publicado en el blog de Zadig LML

“Pasamos por muchos momentos de incomprensión al seguir a Lacan, y muchos vienen del hecho de que colapsamos, aplastamos uno sobre el otro, estos dos niveles de la perspectiva y de la práctica… El psicoanálisis tiene como perspectiva, como horizonte, lo real en tanto separado del semblante… Cómo podría ser de otra forma, ya que el sentido varía, ya que no tiene nada constante. El síntoma resulta ser, por el contrario, de una permanencia en el tiempo tal que se lo puede asimilar a lo real... Pero, al mismo tiempo, ocurre que la práctica analítica opera con el sentido, es decir, con la conexión, ya sea de la asociación libre o de la interpretación… El psicoanálisis tiene este andar rengo. Entre su perspectiva y su práctica hay un hiato, incluso una inversión…”.[1]

Planteo que esta distinción entre perspectiva y práctica es útil para la conversación de hoy sobre la Escuela como sujeto político. Pongo del lado de la perspectiva “el psicoanálisis hace vacilar todos los semblantes, incluso el semblante psicoanalítico”,[2] y del lado de la práctica la conversación que hacer surgir el sujeto escuela.

jueves, 27 de mayo de 2021

Analogías cuánticas útiles para un psicoanalista



A partir de una conversación con mi amiga Stefany Larrota

A partir del principio de incertidumbre de Heisenberg se deduce que se crean y se destruyen partículas en el espacio vacío, es la fluctuación cuántica del vacío. Son partículas virtuales que aparentan violar las leyes de la termodinámica y de la conservación de la materia. Una singularidad en rotación, puede producir pares de partículas. No es imposible que un par partícula-antipartícula pueda producirse justo en el horizonte de sucesos, ese a partir del cual nada puede escapar. Entonces pongamos que uno de los elementos del par aparezca del lado de acá del universo y el otro par aparezca del lado del agujero negro, en ese caso la partícula virtual que queda “de este lado” no se destruirá al no chocar con su antipartícula perdida para siempre, atrapada por la singularidad.

sábado, 22 de mayo de 2021

Los psicoanalistas y la cuestión social



Una exigencia incómoda me despierta de pronto. No es la primera vez y muy probablemente no sea la última. Su potencia para producir angustia da muestras de una consistencia que se contrapone con su permanente carácter aluvional y episódico. No, esto no va a parar.

El COVID nos engaña haciéndonos creer que el problema es un virus. Si no hubiera sido por la epidemia de ganadería no hubiera habido viruela. En Lacan está la idea de que lo social funciona como epidemia. La letra toma el cuerpo y lo pone a trabajar para su propia proliferación. Uno se defiende supurando sentido como un pus. Intentando así expulsar la letra del cuerpo, el sentido funciona como un vehículo de contagio de la letra que va de cuerpo en cuerpo produciendo la cuestión social.

jueves, 13 de mayo de 2021

La elección y el propósito


El ciclo revolucionario atlántico había puesto sobre la mesa el problema de la toma de decisiones en sociedades que ya no podían sostener la ilusión de la autonomía del individuo como soporte para la monarquía absoluta. La democracia y la república son la revelación histórica de la función del Otro, sin el escamoteo imaginario de la religión cristiana. La Declaración de independencia de los Estados Unidos de América de 1776, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y el Discurso de Angostura de 1819, fundan al mismo tiempo el carácter relacional e inmanente de la autoridad política, la historicidad de las formas de gobierno y la inversión de la fuente de la soberanía.

En poco menos de un siglo, a finales del siglo XIX, ya estaba estructurado el pensamiento social. Por el lado de Marx, cuyo pensamiento se desarrolla en la cumbre de la revolución industrial e inmediatamente después del ciclo atlántico de revoluciones republicanas, se continúa el desplazamiento del individuo moderno del centro de las estructuras económicas, políticas, jurídicas e ideológicas. Abre un segundo impulso de secularización, en el cual “El Hombre” cede el trono que había heredado de Dios en la temprana modernidad. El individuo se desacraliza, quedando sólo el sujeto como súbdito de “La Historia”. Ese retoño hegeliano de la imaginarización de la función del Otro comanda a este sujeto que está compelido a tomar una decisión en favor de un movimiento que no puede decidir y que a falta de la noción de entropía, solo puede seguir un curso de progreso.