martes, 1 de enero de 2019

Galileo bricolero

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En su obra de 2017, llamada “2017”, y que fue lanzada antes de su caída en desgracia en medio del fenómeno conocido como #MeToo, el pensador norteamericano de orígenes húngaros y mexicanos Louis Szekely, luego de justificar el aborto como un derecho de las mujeres a asesinar bebés para limitar la compulsión de sus contrapartes masculinos a replicarse a sí mismos, y de plantear el suicidio como una solución en medio de una vida llena de problemas acuciantes, con el único defecto de que sólo puede ser utilizada una vez, se dedica a reflexionar sobre el triunfo del cristianismo.

Es irónico, o tal vez no lo sea, que el nombre de su obra fuera “2017”, siendo que su argumento principal sobre el triunfo del cristianismo sea el conteo de los años, que al parecer se realiza en todas partes tomando como referencia el nacimiento de Jesucristo. Szekely omite la pérdida de significado de este número, disfrazada inclusive como “era común” en el uso políticamente correcto de las fechas. Uso que tiene un efecto de censura, pero que revela a su vez la colonización de la cifra mercantil sobre el número pleno de sentido que conmemora el momento exacto en el cual el logos eterno comienza a contarse en la historia.