6) Sexuación borromea

Esta partición que surge de una lectura del seminario XX de Lacan y de sus esquemas de la sexuación, deja por fuera el hecho de que más allá de los que se inscriben con Falo, hay de hecho diferencia sexual. Es decir, la sexuación no es un asunto exclusivo de las neurosis lacanianas. 

Esto implica que la partición entre hablantes que condensan el goce en un significante encarnado en el cuerpo y quiénes se desplazan por la cadena, encuentra otro soporte que el uso del nombre del padre. Después de todo las leyes significantes operan independientemente de la llamada estructura en la que se adscribe un determinado hablante. Esto implica un nivel de diferenciación diferente. Esto se nota en la práctica cotidiana, cuando nos fijamos en el modo como los hablantes que no se inscriben con el nombre del padre usan la nominación que les dan los diagnósticos psiquiátricos.

Siendo que “no hay relación sexual” es un enunciado axiomático en psicoanálisis, en el sentido de que no hay una inscripción de la proporción entre los sexos en lo real, y que tanto las leyes del proceso primario como el Nombre del Padre pertenecen a lo simbólico, nos queda todavía el registro de lo imaginario.

Hay un soporte imaginario del hecho de que hay dos clases de cuerpos, independientemente del régimen simbólico del falo y de las leyes del proceso primario. Es por lo imaginario, por otra parte, que decimos “mujer” para lo que hemos llamado aquí grupo A y “hombre” para lo que hemos llamado aquí grupo 1.

Si bien, el hecho de que haya simbólico abre la posibilidad de que alguien pueda estar sexuado como mujer, aunque sea macho de la especie, la causa de esto es el real de la no inscripción. Pero el soporte imaginario no se borra por eso. La sexuación simbólica es un modo de enganche del cuerpo al significante, pero el cuerpo está de todos modos con su consistencia imaginaria.

Eso se ve con las parejas que conforman san Juan de la Cruz y santa Teresa, y Rilke y Lou Andrea Salome. De cada uno podemos decir que pertenecen al grupo A, sin embargo, para cada uno estar repartidos entre machos y hembras tiene consecuencias.

Hay pues, sexuación extra-falaria.

La sexuación puede repartirse entre los registros:

  • Simbólica: el falo como condensación o el falo como desplazamiento.
  • Imaginaria: macho y hembra los creó.
  • Real: donde sólo hay la experiencia de cuerpo, de donde surge el clinamen que singulariza al nudo.

Más allá del plano cartesiano que organizan el régimen simbólico y el régimen imaginario (machos que condensan, machos que desplazan, hembras que condensan, hembras que desplazan), el clinamen está en el registro de lo real que introduce una discontinuidad en el programa, y en extremo muestra que el programa no es sino de semblante.

Sin embargo, un nuevo universal se erige: el registro del sinthoma existe tanto para los que se inscriben con Falo como para los extra-falarios.

También podríamos repartir los registros de la siguiente manera:

  • Macho y hembra en el registro imaginario
  • Condensación y desplazamiento en el registro simbólico
  • Falo y Otra cosa en el registro del sinthoma, 
  • experiencia de cuerpo - clinamen - en el registro del real.

Son así cuatro redondeles.

A cualquiera se le quebranta el registro del sinthoma. Este es el oficio del psicoanalista. Es un sinthome-fixer. En momentos de quebranto severo del sinthoma puede captarse la especificidad del punto de enganche del cuerpo con la palabra. El sinthome-fixer opera abriéndole camino al registro de lo real frente a los regímenes imaginarios y simbólicos, que siempre son de masas.


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