Con este evento
abrimos el año de trabajo y a un tiempo nos preparamos para las XII Jornadas de
la NEL que interroga sobre las sexualidades y para la Gran Conversación de la
Asociación Mundial de Psicoanálisis que resalta la fulgurante frase de Lacan:
La mujer no existe.
Circe le
recomienda a Odiseo pasar más cerca de Escila que de Caribdis. Es mejor perder
6 hombres que toda la nave. Un ejemplo perfecto de un vel lacaniano. La bolsa o
la vida. Seis hombres se perderán con Escila o toda la nave con Caribdis. Todo
el problema para nosotros radicaría en ubicar cuál de los dos monstruos de
discurso que actualmente se disputan la hegemonía sobre los cuerpos es Escila,
para arrimarnos a ese.
Veamos: El
primero aparece derrotado y débil. El cuerpo estaría programado biológicamente,
lo que quiere decir: por Dios. El soma no es más que el vehículo del germen que
posibilita su sagrado propósito de perpetuar la especie. Una mujer es madre, un
hombre es padre. No es metafórico, es un discurso que presenta ambas definiciones
como juicios analíticos. ¿Quién quiere discutir con el orden del universo?
Habría que estar loco o ser un criminal, un perverso.
Aparentemente
nadie cree esto ya ¿No es así? Si al papa se le ocurre criticar que la gente
prefiera tener mascotas que hijos, las mandíbulas baten con carcajadas o se
fruncen los ceños de indignación de izquierda a derecha. Cómo se atreve el papa
a meterse con mis mascotas.
Y sin embargo
hay un rumor, que a veces se convierte en sonoro escándalo. Hay mucha gente que
quiere que todo el mundo vuelva a creer en estos juicios analíticos, en estas
definiciones transparentes de lo que es un hombre y una mujer. Este discurso no
es débil ni está para nada derrotado. Es ahora un discurso de la disidencia,
con todo el poder que esto conlleva. Aparece en las redes sociales, en los
comentarios de las películas de superhéroes que se atreven a poner un besito
entre dos hombres. “Inclusión forzada” lo llaman, “nos están obligando a todos
a pensar de la misma manera”. Un discurso conservador que sabe que ya no hay
nada qué conservar, es un discurso que muy bien puede pasar por utopía y
levantar las barricadas.
El segundo
aparece triunfante. ¿Todos estamos de acuerdo verdad? Dios nos libre de que se
diga que la NEL Bogotá no está de acuerdo con el nuevo credo: Cada uno hace con
su cuerpo lo que quiera. Elige a la pareja que quiera. Se viste como quiera. Se
hace nombrar como quiera. Usa el pronombre que quiera. La plaza pública está
llena de reivindicaciones de modos de satisfacción y de modos de expresión de
cómo se siente cada uno con su cuerpo. Todos deben estar representados. Basta
de este ocultamiento, basta de esta opresión con la que nos han hecho pensar
que hay solo una manera de ser, pero esto se acabó. Es el amanecer del
arcoíris, de las siglas que proliferan, porque ellas por sí mismas mágicamente
acabarán con el ocultamiento. Todo se ha revelado. Ahora estamos despiertos.
Yo le pregunto
a la NEL Bogotá, que sabe algo sobre este asunto, no sin un poco de angustia
¿Cuál es Escila? ¿A cuál nos debemos arrimar para no perder la barca?
Sobre este tema
hoy responden tres colegas que tienen incumbencia por posiciones que ocupan
coyunturalmente en el movimiento psicoanalítico. Pero sobre todo responden como
practicantes del psicoanálisis a las que se les solicitó “que enuncien su
provocación desde el punto de doctrina sobre la sexualidad desde el que
orientan su práctica psicoanalítica en este momento.”
Esta demanda
está articulada a la idea lacaniana de que no basta con estudiar mucho y controlar
los casos con pares, sino que estamos llamados a elucidar públicamente los
presupuestos del acto psicoanalítico ahí donde es posible ejercerlo. Como no
existe el estándar de lo que es un psicoanalista, cada uno debe estar atento a
lo que organiza la enunciación desde la cual hace lo que hace. Es además
fundamental que la escuela brinde espacios para elucidar los presupuestos del
acto, permitiéndole a los practicantes realizar su elaboración y al público percatarse
de que la formación psicoanalítica es algo que nos tomamos con suma seriedad.