Ruptura en una continuidad.
Joseph Ratzinger
durante el ejercicio de lo que se llama su Magisterio Ordinario como papa
obsequió a la Iglesia un principio de lectura. El Concilio Vaticano II culminó
en 1965 desencadenando dos procesos centrífugos, uno liderado por los llamados
progresistas, que en nombre de un supuesto “espíritu del concilio” rompieron
con los documentos emanados de este. Interpretaron, al modo marxista, que las
discusiones del Concilio se habían llevado a cabo en medio de presiones de
poder, y que los resultados no eran definitivos sino que estaban mediados por
las negociaciones del verdadero “espíritu del concilio” con las fuerzas oscuras
de lo retrógrado en la Iglesia, que se opondrían a la Historia insoslayable.
Del otro lado está lo
que se llama “la contestación” cuyo punto culminante está representado por la
posición de la Sociedad Sacerdotal de San Pío X, más comúnmente conocidos como
los lefebvrianos por el nombre de su fundador el obispo francés cismático Henri
Lefebvre. La contestación interpretó el Concilio como demasiado abierto al
mundo, como “modernista”, lo que equivale en ese lenguaje a una acusación
directa de herejía. La contestación que va hasta las últimas consecuencias
presupone que todo lo que se ha construido desde entonces hasta hoy es
cuestionable, incluyendo la elección y el Magisterio de los tres papas que han reinado
desde entonces: Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. De Francisco dicen
directamente que es una catástrofe.
En oposición abierta a
estas dos tendencias extremas, Ratzinger planteó que tanto el progresismo del
“espíritu del concilio” como “la contestación” conservadora, realmente tienen
una lectura idéntica del Concilio como una ruptura en relación con la
tradición. Frente a esto propuso la clave de lectura de la “reforma en la
continuidad”, ofreciendo a unos y otros reconocer en la Iglesia a un sujeto
único que se despliega en la historia, releyéndose continuamente para responder
mejor según su única función real, basada en una única Revelación definitiva
que tiene que ser redescubierta por cada época y en cada parte del mundo,
ejecutada de modos diferentes según los diferentes contextos.
En términos históricos
es muy pronto para saber si Ratzinger tuvo éxito o fracasó y en qué medida,
pero me interesa plantearlo pues al pensar en este tema tuve un lapsus.
Sustituyendo “reforma en la continuidad” por “ruptura en la continuidad”, hice
una condensación entre dos elementos contradictorios, la lectura de ruptura de
sus adversarios tanto progresistas como conservadores, con la lectura que él
mismo propone, produciendo no un oxímoron sino de modo inesperado, una
redundancia, pues en relación con qué puede darse una ruptura sino es con una
continuidad.
Sostenido en ese
lapsus, propongo para el trabajo en el cartel y el seminario con la llamada
teoría psicoanalítica el principio de la ruptura en la continuidad.
El trabajo teórico se
realiza principalmente en la lectura de textos. En el octavo principio del acto
analítico se recuerda que “La formación analítica, desde que fue establecida
como discurso, reposa en un trípode: seminarios de formación teórica (para-universitarios),
la prosecución por el candidato psicoanalista de un psicoanálisis hasta el
final (de ahí los efectos de formación), la transmisión pragmática de la
práctica en las supervisiones (conversaciones entre pares sobre la práctica)” (1) .
De las múltiples
maneras que hay de aproximarse a un texto, compararemos la comprensión
hermenéutica y la disciplina del comentario de textos. Si tomamos el camino de
la primera, la teoría es un insumo del discurso para producir un sentido nuevo,
si elegimos el segundo camino la teoría psicoanalítica debe ser tomada como
experiencia congelada, exactamente como se dice en la Teoría de la relatividad
que la materia es energía congelada. “Todo el mundo sabe que de una silla se
puede obtener energía. Para ello sólo se necesita partirla en pedazos y meterla
en una estufa, antes de que aparezca el dueño. Pero, ¿se convierte entonces
efectivamente la materia en energía? La respuesta es negativa. Lo único que
ocurre es una reordenación de los componentes de la madera. Los núcleos de los
átomos y los electrones que giran alrededor de ellos no son destruidos por el
fuego, sino simplemente combinados entre sí y con el oxígeno del aire de una
manera distinta, proceso en el que se desprende calor.” (2)
Siguiendo esta
analogía, la comprensión hermenéutica consiste en una combinación de los
elementos significantes para obtener un sentido alternativo al que había
previamente. Como lo que hace el ladrón de sillas del ejemplo que hemos tomado,
donde la recombinación de los elementos produce una liberación de calor, en
esta recombinación de los elementos significantes que es la comprensión
hermenéutica se produce un plus de sentido, separado del goce específico de ese
sujeto. Se comprende para no saber nada.
Discurso de la histérica
En la disciplina del
comentario de textos se trata de otra clase de trabajo: “…la materia no sólo
puede ser transformada, sino que también es posible hacerla desaparecer por
completo. Puesto que vivimos desde hace ya casi medio siglo en la era atómica,
sabemos que esta transformación de masa en energía se puede conseguir por dos
vías: o bien dividiendo en dos los núcleos de un átomo (fisión) o bien
fundiendo entre sí los núcleos de los átomos (fusión).” (2)
Se trata de la
producción de un significante aislado mediante dos caminos: una separación de
la cadena significante o el descubrimiento de una unidad oculta en una aparente
separación, es decir, una fisión o una fusión de la cadena significante.
Mediante la destrucción material de la cadena y la caída de una letra, se
produce un S1.
Así como la fisión y
la fusión nuclear producen la destrucción de materia y la liberación de energía
pura, de esta producción del S1 resulta una modificación del sujeto que
consiste en un plus de orientación. La destrucción material de la cadena
significante produce una modificación en su práctica, un efecto de formación.
De manera colateral en
la fisión y la fusión parte de la liberación de energía se transforma en calor,
un calor muchísimas veces mayor, incontrolable. Así los efectos de formación
llevan aparejados efectos de sentido que se muestran paradójicos,
incontrolables. Efectos de contrasentido.
Discurso del analista
En un efecto de
formación no se produce una destrucción de sentido, lo cual es imposible, sino
una explosión de sentido paradójico y gozoso del cual hay que tomar distancia,
del cual la presencia de la paradoja es un indicador. Puede sentirse en el
cuerpo y su transmisión constituye el agalma
de una enseñanza.
Una manera de
aproximarnos al texto que no es privativa del discurso analítico, pero de la
que solo este puede dar cuenta de lo que se trata. Es una lectura que recibe
los efectos de la autorización que en el dispositivo le da el analista al
sujeto para el libre encadenamiento significante. La asociación libre es
definida en el segundo principio de un modo amplio: “El psicoanalista autoriza
a tomar distancia de los hábitos, de las normas, de las reglas a las que el
psicoanalizante se somete fuera de la sesión.” (1) La regla técnica
fundamental es una puesta al límite de las leyes del encadenamiento
significante que al estar reprimidas, retornan creando sueños, lapsus, olvidos,
así como actos fallidos y síntomas. Recordemos que Lacan subraya la ironía de
Freud al llamarla libre, cuando por su despliegue se muestran precisamente las
cadenas que a uno lo amarran (3 pág. 596) .
Para que el trabajo
teórico con los textos esté orientado a la formación psicoanalítica, y no se
confunda con una comprensión hermenéutica, debe estar orientado por lo que
constituye el corazón de esa misma formación, el análisis propiamente dicho. Un
“fin del análisis” que debe ser entendido con el equívoco de que no solo se
trata de su término, sino también de su finalidad estratégica (4 pág. 600) . Por lo tanto en la
orientación de la cura los efectos de formación se verifican desde el inicio del
tratamiento, y abarcan los campos político, clínico y epistémico.
Graciela Brodsky en su
testimonio como Analista de la Escuela nos ha recordado que este fin de
análisis está designado también como “reintegrar el deseo a su causa”, es decir
que el analista funge como suplencia del objeto mientras se produce este
acontecimiento. Un sujeto se está formando para reintegrar el deseo a su causa.
Para plantear que en
la disciplina del comentario de textos se dan efectos de formación análogos a
los que se dan en el transcurso de un análisis, lo primero es notar que si en
la universidad se da por descontado que leer produce una formación, en nuestro
caso hay que plantearse el problema de cómo y en qué circunstancias leer
produciría formación. Según el primer principio del acto analítico “La
interpretación se manifiesta tanto del lado del psicoanalizante como del lado
del psicoanalista. Sin embargo, el uno y el otro no tienen la misma relación
con el inconsciente pues uno ya hizo la experiencia hasta su término y el otro
no.” (1) Los efectos de
interpretación fuera del dispositivo, que se dan en el psicoanalizante durante
su análisis también pueden tener efectos de formación, siempre que se tenga en
perspectiva el fin de un análisis. Esto es algo que cualquiera puede verificar.
Lo que se llama la
interpretación psicoanalítica, los efectos de verdad en psicoanálisis, lo son
en la medida en que funcionan en contrasentido al trabajo del inconsciente, es
decir, que la interpretación analítica, que se manifiesta según el primer
principio, tanto del lado del analista como del analizante, deberá producir S1.
Sólo que del lado del analizante este S1 tenderá a reencadenarse, y del lado
del analista no.
Discurso del amo
La interpretación
analítica yendo en contrasentido de las leyes del proceso primario, no debe
producir un nuevo sentido, sino efectos directos en el modo en que el sujeto se
relaciona con el objeto, es decir, producirá efectos de formación
psicoanalítica orientados a esta reintegración, aunque ni se le haya pasado por
la cabeza funcionar algún día como analista. Por ello el único psicoanálisis
que existe es el de formación, es decir, el psicoanálisis puro. De alguna
manera podemos decir que la finalidad del psicoanálisis puro no tiene nada que
ver con la formación de un psicoanalista en el sentido de alguien que realice
ese oficio, y el hecho verificado de que alguien decida ocuparse de ese trabajo
será otro efecto colateral del único análisis.
Fisión y fusión como
productos de la ruptura material de la cadena significante en el proceso de
formación analítica, son el reverso de metáfora y metonimia como leyes del
proceso primario del trabajo del inconsciente. Se trata de examinar el modo
como leemos, si está orientado a la producción de sentido, o a la de efectos de
formación, si apuntamos técnicamente a la fusión y fisión significante, con la
consecuente destrucción material de la cadena significante con un violento
despliegue de contrasentido, o si por el contrario producimos un nuevo sentido
con el cual sentirnos cómodos.
Para que el enunciado
que resulta del lapsus con el que comencé esta exposición deje de ser una
redundancia, hay que admitir que la continuidad de la que se trata es siempre
determinada e incomparable. Se trata de producir una ruptura de una continuidad
muy específica, y en un momento muy específico.
La ruptura de la que
se trata no es una metáfora sino una analogía, pues así como en la física es un
hecho material, en psicoanálisis se trata de un hecho de discurso que consiste
en la ruptura material de la cadena significante en virtud de los efectos de
verdad y de la interpretación psicoanalítica.
El psicoanálisis no se
plantea una reforma en la continuidad, porque no hay revelación definitiva.
Pero si puede plantearse una ruptura en la continuidad de la formación
analítica de un determinado sujeto. Ruptura que se manifiesta como momentos de
concluir a lo largo del tiempo sin que haya conclusión definitiva en relación
con la teoría.
Lo que buscamos son
juicios resolutorios cuyo efecto de verdad, señalado por un contrasentido, abra
como una llave la vía para nuevos juicios resolutorios. Significantes unarios
que contienen una utilidad restringida a la propia formación, pero que
modifican la propia práctica y que si pueden ser transmitidos, producen efectos
de enseñanza y de escuela. Esto plantea una ruptura en la continuidad, porque
para poder transmitirlos hay que remitirse a la teoría, que pasa aquí de
premisa de una conclusión a soporte de una mostración frente a la escuela. Como
estos significantes pueden remitirse más a su propia materialidad que a otro
significante, son equivalentes a letras que pueden dar testimonio del acto de
ruptura material de la cadena significante. No representan al sujeto, sino que son
el producto de la relación de causación del sujeto por un determinado objeto,
cuyo lugar ocupa provisionalmente un psicoanalista, mientras se produce el
acontecimiento de la reintegración de su deseo a su causa.
La enseñanza, además
de la transmisión de los propios juicios resolutorios, debe destacar el
carácter de ruptura en una continuidad que supusieron en su momento los juicios
resolutorios de nuestros Padres.
Trabajos citados
1. LAURENT, E. Principios rectores del acto analítico. [En línea]
2006. [Citado el: 01 de enero de 2014.]
http://ampblog2006.blogspot.com/2006/09/principios-rectores-del-acto-analtico.html.
2. La teoría de la
relatividad. Escolar.com. [En línea] [Citado el: 01 de 04 de 2014.]
http://www.escolar.com/article-php-sid=32.html.
3. LACAN, J. La
dirección de la cura y los principios de su poder. Obras escogidas I. Barcelona :
RBA, 2006.
4. —. Prefacio a la
edición inglesa del Seminario 11. Otros escritos. Buenos Aires :
Paidós, 2012.
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