El Silentium Milleri, o el silencio de Miller, es
quizás el aspecto que se me hace más evidente conforme avanzo en la lectura de
este seminario[1]. Siguiendo
la recomendación de Ángel Sanabria, vi por YouTube el argumento que sobre éste
hizo Graciela Brodsky[2].
Me golpeó como un rayo su puntuación: lo que dice Miller, como algo nuevo que
aclara y hace avanzar la doctrina de Lacan, es inmediatamente tomado como sabido
desde siempre y se cita sin citar.
Aunque entiendo que esta problemática está planteada en 1995 unos pocos años antes de las crisis que culminó con la única división de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), el aparato lógico de mi neurosis obsesiva comenzó a examinar cuántas veces lo habré hecho yo mismo. Esta interpretación determina entonces buena parte de la lectura que estoy haciendo del seminario.