Texto de la presentación en el evento de la UNAD Encuentro de saberes: Desafíos para la Atención de Salud Mental en la era digital
Se hace lo que es posible, lo imposible no se puede hacer.
Este principio que parece de Perogrullo delinea lo que los
psicoanalistas que seguimos a Lacan llamamos un real, pues el real de Lacan al
oponerse a lo posible se define como lo imposible.
Al marcarse lo imposible, en el sentido de lo que hace un
futbolista con otro en la cancha, se alivia la tendencia neurótica a la
impotencia que está sostenida sobre los ideales que lo recubren, lo relativizan
y lo vuelven borroso en el nombre de lo bueno, lo bello o lo verdadero. Sobre todo,
en una época que insiste sin ninguna clase de vergüenza en que todo es posible.
La pandemia nos obligó a pensar en lo que era posible para
el psicoanálisis cuando el encuentro de los cuerpos estaba seriamente impedido.
En mi práctica ya me había encontrado en circunstancias similares, como las
migraciones masivas o las protestas generalizadas en Venezuela durante la
década pasada. Pero nada se comparaba con esta suspensión simultánea de la
presencia a nivel global durante los aislamientos causados por la pandemia.