Lo primero que escribí sobre la posición del psicoanalista en la pandemia fue interpretado por Beatriz García como un grito. Efectivamente para mí significó decir basta a un impulso que experimentaba a soltar las amarras que hace tiempo constituyeron una salvaguarda para ir construyendo mi manera de hacerme del lugar de psicoanalista.
El ejemplo de cómo el hermano mayor del discurso psicoanalítico, el discurso de la ciencia, se descoyuntó en medio de este desorden del mundo producido por el virus me dio la ocasión para el segundo texto, que me publicaron en el blog de Zadig LML. Tener una idea de cómo bajo el peso de la demanda del mercado y de las masas, los discursos pueden perder sus más fundamentales defensas nos debe orientar en no responder de manera demasiado apresurada a lo que el mundo puede hacer con el psicoanálisis si no se cuida.