I
Simplicio
nació el 28 de junio de 1914 y murió el 11 de septiembre de 2001. Murió con 87
años, sin duda longevo, pero no de un modo especialmente extraordinario en su
propia época. Los siglos precedentes habían preparado esta longevidad. Mejoras
en la salud, en la organización higiénica de las ciudades, industrialización
del campo y otras maravillas modernas habrían preparado su larga existencia.
Durante su
recorrido vital experimentó dos guerras mundiales, una guerra fría, la caída
del muro de Berlín, la decodificación del código genético, la renovación de la
física, la economía del petróleo, la radio, la televisión, la masificación de
la electricidad, los electrodomésticos. Entre una y otra punta de su recorrido
por la vida probablemente vio más innovaciones científicas y realizó más
cambios en su modo de vida y en sus tradiciones de lo que pudo haber visto y
experimentado prácticamente cualquier generación anterior.
Esta
modificación substancial en la vida de ese sujeto no se compara con el augurio
de lo que estaba sucediendo tanto el día de su nacimiento como el de su muerte.
El asesinato del Archiduque Francisco Fernando y el ataque al World Trade
Center (WTC) son acontecimientos nominados como actos terroristas, pero no
pertenecen en absoluto a la misma categoría.
La
identificación de Francisco Fernando con el significante del cual era
portaestandarte llegó hasta tal punto, que hay quien dice que fue por su
costumbre de hacerse coser encima la ropa para los desfiles, con tal de no
verse desarreglado, que nadie pudo ayudarlo con la hemorragia que le produjo el
disparo. Este acto terrorista tenía en mente cegar una vida para conseguir
determinados fines políticos, pero cegar esa vida no era el fin en sí mismo. Se
trataba de propinar un golpe a la Casa, era el cuerpo de Francisco Fernando
como el cuerpo del poder.
Este tipo de
atentados siguieron existiendo y es probable que haya más. Los atentados a Juan
Pablo II, a Ronald Reagan y a otros grandes hombres o mujeres tienen esta misma
lógica. Se trata de hacer tambalear el discurso del amo por la vía de asesinar
su portaestandarte coyuntural.
Pero el
ataque al WTC constituye un acontecimiento diferente. El objeto fue un complejo
de edificios. Los cuerpos, tanto de los terroristas como de las víctimas, no se
cuentan en los planes. La mirada de satisfacción de Osama Bin Laden cuando se
caen las torres, la cual fue grabada en una cueva pero reproducida a escala
global con la más alta tecnología, abre un nuevo escenario para el horror. Pues
el horror es el objeto real. Se trata de la consecución de la angustia como fin
político.
Si los terroristas hubieran apuntado al símbolo o a la
función, les hubiera bastado atacar de noche cuando las Torres estaban vacías.
Su voluntad era, al contrario, la de alcanzar el objeto de goce y matar
hombres, asesinar en masa, cuanto más mejor. Los asesinos-suicidas quieren la
muerte. Gozan del espanto del otro. Su transfiguración circuló repetidamente
por los medios. Su ambición es producir lo que sería el signo puro del odio, el
que hipnotiza absolutamente, que anula toda significación, y testimonia de una
voluntad tan malvada como la del Dios de Angelus Silesius. En síntesis, ha
nacido la progenitura maldita: la nueva cruz gamada del siglo XXI. (LAURENT E. , 2001)
En este
movimiento ha cambiando el centro del acto terrorista. Esta masificación de los
cuerpos y su concomitante devaluación del nombre propio, han sido preparadas
sin duda por la masificación del consumo y la construcción de ciudades y
guerras anónimas de alta tecnología durante todo el siglo XX. La “Solución
Final de la cuestión judía” asoma inevitablemente en esta descripción. Pues el
centro del nuevo acto terrorista es el centro mismo de la nueva configuración
global que incorpora lo moderno en la medida que sirve para mantener el
funcionamiento bajo control mientras se constituyen redes que lo reemplacen.
Tarea que puede perfectamente ser interminable.
Simplicio se
enfrentó a una vorágine de las instituciones que no significó necesariamente
una decadencia de lo tradicional, como lo fue en la modernidad. La vuelta de lo
religioso bajo la forma del fundamentalismo constituye una respuesta apresurada
a una nueva configuración en la cual el sujeto, por no reconocerse subsidiario
del lenguaje, se encuentra desorientado.
Esto es lo
que aparece con insistencia en la última columna de nuestra matriz de la distinción
entre lo moderno y lo global: terrorismo en el orden político, consumismo en el
orden económico – a lo que sin duda habría que añadir las epidemias de los
llamados desórdenes de alimentación, fundamentalismo en el orden civil,
angustia en el orden familiar, desorientación en el orden epistémico.
La clave, la
llave para entender lo que ha pasado en el transcurso de la vida de Simplicio
nos la ha brindado la distinción operada en el orden epistémico. Tomando por un
rasgo la discusión epistemológica del siglo XX, justo en el momento en el cual
intuimos que la reubicación del factor pulsionante [objeto a], del afuera a lo éxtimo se estaba produciendo, pudimos
ubicar las dos características de la ruina del universal y el intento fallido
de autofundamentación del sujeto contemporáneo.
Nuestro
presupuesto epistemológico nos hace suponer que Simplicio no ha sido solo un
producto, una víctima de una estructura. Él también en algún punto no
descifrable para nosotros ha operado un acto, ha consentido en un cambio de
discurso. El grado en el cual ésta ha sido una elección forzada estaría en
discusión, pero no que es una elección de un sujeto, y de otro… y de otro… Cómo
lo haga cada uno dependerá en gran medida de las reglas de discurso en las
cuales estén organizados sus vínculos sociales, y de los modos de satisfacción
que le son exclusivos.
El universal
arruinado se intenta restituir con medios diversos. Pero estas estrategias
fallan donde no se quiere percibir que por ahora, y en un tiempo difícil de
determinar, no ocupará el centro. Este está muy ocupado con el goce. Y esta
ocupación masiva del centro por el goce, por lo que está afuera por definición,
sostiene y alimenta la lógica del capitalismo global contemporáneo.
El sujeto
contemporáneo puede construir modos de orientación ética donde estuvo ese
universal. Por una parte el psicoanálisis brinda esto a quien quiera pasar por
este recorrido. Por el otro, las religiones no están abolidas. Este sujeto se
plantearía problemas como acceder a hacer un psicoanálisis sin otra orientación
que su sufrimiento y sin tener muy claro por qué, o apelar a la religión sin
resbalar al fundamentalismo, por poner sólo dos ejemplos. Su problema es
sostener un deseo sin mucha orientación de ley. Y en ese caso su problema es su
orientación, pues el hecho de que esté aplastado por la miseria, o por la
satisfacción que le brindan las mercancías, no le quita su muy humano
sufrimiento.
II
En este
recorrido hemos hecho varios movimientos teóricos que merecen ser resaltados.
En primer lugar la introducción de la noción de letra y del método de la
distinción, ambos sostenidos por la noción de acto proveniente del
psicoanálisis, para encarar problemas de las Ciencias Sociales y de la
epistemología contemporánea. En segundo lugar la introducción de modelos
topológicos sencillos para mostrar cuestiones transfenoménicas, ahí donde
nuestro método nos llevó a su propio límite.
Sin duda
otro de los aportes más interesantes a las Ciencias Sociales es el uso de la
lógica de los discursos. La noción de vínculo social propuesta por Lacan, y su
esquematización precisa, permite un abordaje claro en muchos niveles.
Añadimos a
esta lista la introducción de la noción de goce, que permite un abordaje de
problemas clásicos desde una perspectiva novedosa, así como la detección y
elucidación de problemas que no se habían planteado ni para las Ciencias
Sociales ni para el Psicoanálisis. Se trató aquí de la propulsar la
introducción paulatina de los modelos topológicos para dilucidar asuntos cruciales
para las ciencias sociales, en el marco de la coalescencia entre los discursos
del amo y del capitalismo global contemporáneo.
Trabajos citados
LAURENT, E.
(24 de septiembre de 2001). Agencia Lacaniana de Prensa. Recuperado el
01 de abril de 2008, de http://www.lacan.com/agence24s.html
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