
En ese libro traté de distinguir la modernidad y la globalidad partiendo de la modificación del orden epistémico, el cual es el de las relaciones del sujeto con el lenguaje y la realidad, el de los regímenes de existencia de la verdad. Culminando esa empresa me topé con lo indistinguible entre lo moderno y lo global, mostrándose en acto los límites del propio método de la distinción, a partir de aislamiento del rasgo o letra. Los límites del método de la distinción, sostenido sobre la materialidad del rasgo distintivo o letra me permitieron dar una vuelta por algunos elementos de topología lacaniana. Sin embargo, una consecuencia de esa investigación fue que comencé a preguntarme por el estatuto de ese cambio en el régimen de existencia de la verdad, del cual estaba haciendo depender la distinción y las mutuas implicaciones entre los dos modos preponderantes del vínculo social en la actualidad: el aparentemente decadente régimen moderno cartesiano, aliado con los últimos estertores del patriarcado, y el régimen global aparentemente nuevo, con su episteme que quiere que cada quién se dé a sí mismo su propio fundamento.