martes, 19 de noviembre de 2013

Psicoanálisis Zombi. (Revista Ojo)

El psicoanalista, miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL) analiza la verdad del psicoanálisis desde la óptica del movimiento zombi actual, y entre los telones de la obra de Eugene Ionesco El Rinoceronte

Pablo Luis Duarte Borges- @pabludu

El segundo libro de Carlos Márquez González, Zombis, rinocerontes y la verdad en psicoanálisis, aborda al psicoanálisis desde sus fundamentos reales contemporáneos, capturándolo desde la perspectiva de todo el movimiento zombi nacido a partir de las películas de George Romero, la ambición literaria de Max Brooks, y la interpretación seriada del fenómeno en la serie The Walking Dead.

Autor de Sujeto, Capitalismo y Psicoanálisis, Márquez vive entre salones, terapias, y frente a un televisor admirando las catástrofes mediáticas manifestantes de los síntomas de paranoia de la sociedad.

¿Cómo fue el proceso editorial para este segundo libro?

Bien, el libro realmente es una respuesta a unas interrogantes que quedaron del primer libro que saqué, que fue mi tesis doctoral. Mientras estaba en el proceso editorial del primero, estaba dando una optativa de psicología en la universidad. Dictando las clases estaba escribiendo toda la parte que tiene que ver con la verdad del psicoanálisis, que es la primera parte del libro. El diciembre siguiente, unos amigos estudiantes de la escuela de Economía me pidieron que diera una conferencia para presentar el primer libro que estaba recién salido; me pidieron que abordara el tema de los zombis porque sabían que estaba pegado con la serie de The Walking Dead y estaba leyendo el libro de Max Brooks, y ese terminó siendo el núcleo de la primera parte del libro. Este toma una parte de ciencia ficción, de películas como Terminator, y luego aborda la segunda parte con la obra de los Rinocerontes de Ionesco.

¿Cuál consideras que es la diferencia del primer libro con el actual?

El primero es más académico; el segundo es más respirado, desarrolla más el estilo de la escritura, está escrito en primera persona. El segundo es un libro que verdaderamente escribí para mí, porque yo quería escribirlo, y como ya sabía las correcciones que había que hacer pude ser más libre al escribir.

¿En qué consiste llevar el psicoanálisis a la calle?

El psicoanálisis no ha parado en 100 años. El boom publicitario de Freud fue muy grande. Después de eso, se han planteado desde la psicología y la neurología teorías de superación al psicoanálisis. Lo llamado “la cura por el habla” sigue siendo intocable, la psicología sigue trabajando psicoterapéuticamente con las personas a través de la palabra, y ese es el núcleo del psicoanálisis. Eso no ha parado de desarrollarse, y en el siglo XX tuvimos a este genio llamado Jacques Lacan, que en mi opinión abre a Freud para el siglo XXI.

El movimiento está abierto a dar respuesta a lo que es la civilización actual, abocado a decir qué pasa con lo público. En ese esfuerzo es el que se inscribe este segundo libro, del poder hablar con lenguaje actual a las situaciones de crisis de las sociedades contemporáneas.

¿Por qué abordar la crisis o la catástrofe en la actualidad?

Una de las características del siglo XX es la aparición de la cultura de masas, dando cuenta a la sociedad de una especie de universal que no existía antes. El universal actual es real, no restringido. El funcionamiento de las masas está hecho para la satisfacción; en el de los estados, la empresa estaba abocada a prohibir esa satisfacción.

Ahora hay un funcionamiento en el que accedes rápidamente a las satisfacciones, sea mediante los bienes de consumo, la violencia o el poder del ejercicio de la masa. Estas masas están sostenidas mediante un grupo de personas medianamente iguales y un líder o una idea fuerza. Si ese líder o esa idea desaparecen, llega el reverso de la masa, el pánico. La fantasía de la catástrofe es realmente la puesta en acto de la cultura sostenida por la masa. El límite de la masa es el pánico, que es “sálvese quien pueda”, cada quien por su cuenta.

Pero en ese “sálvese quien pueda” también hay un comportamiento de masa, todos se están comportando igual, es como una anti-masa. En nuestro país estamos viendo fenómenos de pánico constantemente. Es una forma de funcionamiento social que se sostiene en el tiempo, a pesar de que aparece como algo episódico, pero ahora es estructural.

¿El pánico esta institucionalizado?

Es difícil institucionalizar el pánico, lo que se puede hacer es manejar el pánico para producir un efecto político.

Tomando en cuenta el libro de Brooks, Guía para supervivencia Zombi ¿El psicoanálisis puede considerarse una guía para sobrevivir ante la crisis?, y ¿cómo podría abordarla?

Lo primero que hay que entender es que la metáfora de zombis hay que tomarla como los libros de zombis, no como la película, que no estuve de acuerdo con ella, porque el libro se enfoca sobre el sujeto, no hay un panorama generalizado.

¿Qué es lo que enseñan las películas de zombis? George Romero lo dice en una cita que coloco en el libro en la que explica que no es cómo son los zombis sino de lo que pasa con los humanos, de lo que se hacen entre ellos, de cómo se arman redes de solidaridad y redes de matanza, de las cosas que se pueden llegar a hacer en una situación de crisis, de ruptura, de emergencia.

¿Qué es lo que caracteriza al zombi?

El efecto metafórico del consumismo; pero hay que tener cuidado con esa metáfora, porque es muy fácil aplicársela al otro, como que los zombis son los demás. Si yo soy de la oposición los zombis son los chavistas, y si soy del chavismo los zombis son los opositores.o hay que entrar en la lógica de la segregación, hay que ver lo que enseña desde la posición propia.

Lo que enseñan es que efectivamente hay un intento de zombificación del sujeto mediante el uso de la psicología de las masas, al que el sujeto más o menos resiste pero no siempre puede hacerlo. Que efectivamente sucumbimos en un momento determinado, pero se preserva un punto de dignidad que es inalienable y retorna en el sufrimiento del síntoma, que es aquello que no podemos adaptarnos en una masa. Una de las cosas más difíciles del psicoanálisis es captar que eso que estoy poniendo en el otro, lo que detesto, lo que odio, es lo peor de mí, pero que me pertenece. El zombi tiene algo de eso. Pero no es algo artificial, es algo humano.

Y lo que terminamos preguntando es si yo sigo siendo humano y en qué medida, pensando precisamente en elementos como The Walking Dead. Pensando en eso tenemos que preguntarnos qué de nosotros puede orientarnos en toda esta catástrofe en la que se ha convertido la cultura humana, qué puede orientarnos en una época en la que no podemos confiar en los universales.

¿Qué es el zombi?

El zombi es la fantasía del enemigo perfecto, pero nosotros no somos así. Bajo la garantía de los derechos humanos debemos reconocer, aún en el enemigo que más odio, una chispa de dignidad humana. Eso nos complica mucho las cosas. En la realidad estoy rodeado de gente que puede comportarse como enemigos, pero que pueden comportarse como seres humanos con iguales derechos que uno.

Eso genera problemas que no se pueden resolver y genera una caída del síntoma que puede entenderse como una indignidad absoluta, de lo que no me puedo librar porque no se qué hacer con eso.

¿Qué tipo de ayuda puede ofrecer el psicoanálisis?

En un caso especifico del psicoanálisis se manifiestan los sentimientos generales que se presentan en la catástrofe que hay, tal cual lo hace Brooks en el libro de Guerra Mundial Z.

Los conflictos que trata el psicoanálisis son fundamentales. Cuando un sujeto va a análisis con sus síntomas es porque no le queda más remedio, no puede seguirse medicando, no puede seguirse tratando con objetos de consumo. Hay algo allí que no da más y no puede quitárselo de encima.Lo que el psicoanálisis ofrece es obtener una modificación sin tener que pasar por la catástrofe, aprovechando la pequeña catástrofe, que es para ti un síntoma, para poder cambiarla.

El problema del pánico es que enmascara la angustia, y me parece que en Venezuela estamos tratando de sacar la angustia por muchas cosas a través de situaciones de pánico localizado, ya sea por ciertas deficiencias estructurales del Estado o de la sociedad.

Puede que el psicoanálisis no sea la salvación, pero puede ser que signifique una solución, una solución que puede llevar a lo más importante: el pensar.

Así es, la solución es pensar, la respuesta del psicoanálisis no es el psicoanálisis, la respuesta es que cada quien consiga su respuesta. Introduce un momento para pensar, un silencio inclusive, en una época en donde el silencio es prácticamente inexistente. A los psicoanalistas Lacanianos nos critican que nosotros no hablamos mucho, que nos quedamos callados, es que se trata de introducir muchas veces un silencio a veces para que se despliegue el sujeto, aquello que quiere hablar y que él no quiere dejarlo, prefiriendo que se calle y que no diga nada.

Todo esto pareciera llevarnos a seguir a la masa, a seguir sin escuchar el silencio…

Exactamente, así como las tarjetas de amor estándar, como las tarjetas del día de las madres. Estamos en una sociedad que cambió el carnaval a como lo conocían nuestros abuelos, que se disfrutaba en una época en el año, a celebrarlo durante todo el año.Todo el año hay que disfrutar, hay que rumbearse los “riales”, vivir hoy porque mañana no hay mañana, sin tiempo para preguntarse cómo estamos, ni preguntarnos qué nos está pasando.

¿Es llegar a pensar que no hay futuro?

Porque no hay futuro en la vida de la gente, y eso tiene una razón de ser. El sistema te sustrae el futuro para producir este efecto. No es que todos están alucinando, el último que apague la luz.

El psicoanálisis produce un cuestionamiento con respecto a esto, así como Freud lo cuestionó en la sociedad victoriana. Esta es la época de acabar los trapos, es un mandato que no tiene nada que ver con placer. Yo como individuo uso el pánico, el acabar los trapos, para enmascarar qué es lo que realmente quiero, porque el deseo produce deberes, obligaciones.

También surge el efecto de culpar a los demás, como culpar a los motorizados por todo, que puede verse como un grupo de zombis

Ajá, existe un efecto de segregación hacia los motorizados. Acuérdate de que los venezolanos vamos demasiado rápido, el motorizado eres tú, es poner lo detestable del motorizado en lo que yo no soporto de mi mismo. Tampoco es que ellos sean unos santos, nada de eso.

¿Qué se puede plantear?

Una ética por construir vínculos que no estén signados por los zombis, por la desesperación, por la raspadera. Ante esto, el psicoanálisis responde con silencio. Uno como psicoanalista ¿Qué va a responder con respecto a lo que está pasando? nada, no podemos decir nada. Los que sí tienen que decir son los políticos ¿Y qué están diciendo? mentiras. La política se convierte en una máquina de desesperanza, de desilusión.

En nuestras manos no está el futuro de la humanidad. No es tu culpa que esto no tengas futuro, pero sí es tu culpa que tu vida se desperdicie en una impotencia, en un síntoma que te acabe la vida y que no sirva para nada.

¿Qué planes futuros están desarrollando?

El psicoanálisis en Venezuela es débil, lo que tratamos es de plantear proyectos de dispensarios para que la gente page menos, cobrando lo que puedan pagar sin ser impagables, así es el psicoanálisis Lacanaiano.Con mis libros y entrevistas quiero que la gente se entere de que hay un espacio para el silencio.

¿Tienes en mente otro libro?

Sí, estoy pensando un tercer libro pero para más tiempo, porque estos dos salieron muy juntos. Eso tiene su ventaja y desventaja. Tiene que ver con lo que viene más allá del pánico, el tema de la angustia, y me voy a meter con el tema de los principios del psicoanálisis, mostrándolo más desde la perspectiva contemporánea.

Tomado de Revista Ojo

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