sábado, 18 de abril de 2015

El aggiornamento como política




Este texto fue escrito para responder a la amable invitación mi colega Raquel Cors Ulloa para participar en las Resonancias París-Río de
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Se puede escuchar la entrevista aquí:


En Buenos Aires, cuando hizo su Presentación del tema del noveno Congreso, Miller nos revela que lo que se propone con esta serie en particular, que había comenzado ese mismo año con el nombre de “El orden simbólico del siglo XXI” es un aggiornamento. La cita de París, dos años después bajo el nombre de “Un real para el siglo XXI” nos daría una pista de lo que vendría. Como en el análisis, donde la repetición obtiene la función inédita de mostrarnos el funcionamiento a condición de que suceda bajo la forma de una invención, esta serie de congresos desembocará en 2016 en un tratamiento del cuerpo desde la perspectiva del discurso psicoanalítico tal y como se desarrolla en nuestra época.

El aggiornamento es la política de un discurso que no había terminado de nacer, hace poco más de cien años, cuando ya ciertos sectores culturales e intelectuales querían darlo por obsoleto, o cuando se ha querido complementarlo con el marxismo o con las neurociencias, en un gesto que revela la pasión de la ignorancia cuando se muestra bajo la forma impostora de la condescendencia.


A esta resistencia, que quiere nuestro bien bajo la forma de nuestro desarrollo saludable, siempre es preferible la oposición frontal, que quiere erradicar al discurso o desacreditarlo. Pero desde el principio no se tuvo la suerte de contar siempre con Adler, sino que los Jungs proliferan. Nuestra época es su momento.

El aggiornamento como política, ¿no es acaso la misma política del síntoma, que actualiza, pone al día lo que por otra parte el hablante tendría el derecho y por lo tanto la coartada de suponer como atávico y mítico? Esta política es la del psicoanalista que le da la palabra a lo que de otro modo sería ruido en el proceso de la comunicación. Y dándole la palabra a la entropía ironiza y por lo tanto subvierte dicho proceso, mostrando lo que le hacen decir a Turing en “The Imitation Game”, que hablar es siempre descifrar y que de ahí se obtiene un goce. Un goce entendido según la cita que hace Lacan de Valéry, es decir como aquello sin lo cual el universo no sería más que “un defecto en la pureza del no-ser”.

En la presentación de París de nuestro próximo congreso dice Miller que “Nuestra reflexión se va tejiendo con un zurcido de piezas diversas de épocas diferentes, tomadas de Freud y de Lacan, y no tenemos por qué renunciar a llevar a cabo este zurcido para ir ajustando el psicoanálisis al siglo XXI.” Aggiornar, ajustar, muestra la política frente a un real con respecto al cual no hay adaptación posible ni siquiera postulando derecho del yo a su diferencia, solución segregativa que sustituye la del amor al prójimo más por pereza que por progreso histórico. Pereza que nos retorna desde lo real con la violencia del fundamentalista.

Este aggiornamiento también muestra como vano todo intento de anteponer a la fuerza de la Orientación Lacaniana un supuesto retorno a Lacan, repitiendo como farsa el trauma que fue su enseñanza, olvidando convenientemente que esta tentativa tuvo que soportarla él mismo mientras vivía. Pues el retorno a Freud que hizo fue para leerlo a su letra y no para convertirlo en una momia cuyos dichos inmóviles quedaran escritos sobre piedra.

Ajustarnos a los retos actuales, dice Miller, “No lo vamos a lograr olvidando la estructura del síntoma del inconsciente, del mismo modo que la segunda tópica de Freud no anula a la primera, sino que la tiene en cuenta. Del mismo modo, Lacan no vino a borrar a Freud, sino a prolongarlo”, haciendo resonar así la advertencia de Aquel que no había "venido a abolir la Ley sino a darle cumplimiento, de modo que ni una i ni una tilde de esta dejará de estar vigente sin que todo se cumpla". (Mt.5,17-19)

Aggiornar, ajustar, prolongar. Las leyes del proceso primario no han quedado indemnes después de la última enseñanza de Lacan y del modo como Miller la elabora, pero sin ellas estaríamos perdidos en nuestra práctica. Por ello reintroducir al inconsciente junto al cuerpo hablante, es ese “zurcido de piezas diversas de épocas diferentes” al que somos convocados en nuestro próximo congreso

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