viernes, 24 de enero de 2014

Un misterio del siglo XX



Carlos Márquez
Un gran misterio epistemológico del siglo XX es el de la rápida desaparición del estructuralismo.

El orden simbólico apareció primero como "tercero" en el estudio del lenguaje. "La lengua" se organiza con sus propias leyes independientemente de los hablantes, determinando la gramática y por tanto el sentido que se le da a lo que se dice, determinando todo sentido posible, hasta en el nivel de la construcción material fonemática, donde ya no se trata del sentido. Este orden simbólico, que luego se extendió para presentarse como organizador informático de las alianzas matrimoniales, de la creatividad de los pueblos al construir sus mitos, de las formaciones económicas y sociales más allá de la determinación por la economía, prometió una nueva época para las ciencias que se ocupan de lo humano. Con lo simbólico como un organizador sin ser organizado en sí mismo por nadie, haciendo depender lo más íntimo de cada uno de una organización anónima, nuevo espacio ontológico al lado de lo natural, se cumplía también la promesa de una ciencia social que no tuviera que rendir culto a la física o a la biología, con un objeto y un método propios, pero científica, con iguales derechos.


¿Todo esto quedó simplemente sepultado bajo toneladas de palabrería postestructuralista? Esa suerte de inflación de la significación de la última parte del siglo XX. Este pudo haber sido un destino para esa gran promesa. Apuntalado en la implosión del dios cartesiano que operó el positivismo lógico, lo que sucedió después del estructuralismo mostró el carácter fronterizo de las ciencias sociales. Sin poder determinarse por ningún método, se obsesionó con la metodología. Sin descubrir una partícula propia (el hecho social, la acción social, el fonema...) se puso en cuestión la posibilidad misma del conocer. Sin el refugio de una razón, se sucumbió a la culpa por los crímenes del imperialismo occidental.

Ciertamente plantear esto así es un poco extremo, las ciencias sociales han encontrado sus caminos más allá - y con - sus inconsistencias. Sin embargo el psicoanálisis sí cobró lo que el estructuralismo tenía para decir, y en la aufhebung que hizo de lo simbólico, Lacan mostró el camino para ir cerniendo lo real que el discurso psicoanalítico tiene para ofrecer a la actualidad.

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