jueves, 2 de enero de 2014

Angel Sanabria: Una “facilitación” del cuerpo

Ángel Sanabria
@AngelSanabriaT
Comentario de "Una Maestría sobre el cuerpo"

Una huelga obrera (la tradicional huelga de brazos caídos) es eficaz sólo en tanto pueda poner en jaque los intereses del patrón: basta contar con un “ejercito de reserva” para desmantelarla. De este modo su eficacia potencial pone en evidencia, al mismo tiempo que la desposesión del obrero que ve reducido su ser a la fuerza de trabajo como única posesión, también la clásica dependencia del capitalista respecto a la producción.

Otra cosa diferente es esgrimir, ya no la fuerza de trabajo, sino el hambre. Es un recurso aún más básico: “El hambre es el primero de los conocimientos: tener hambre es la cosa primera que se aprende” (Miguel Hernández). El que hace una huelga de hambre está poniendo su propia humanidad como objeto para interpelar la humanidad del Otro, haciéndolo responsable de su eventual fallecimiento o perjuicio. Al desdeñar la necesidad apunta, un poco más lejos y un poco más hondo, al más allá de la necesidad que justamente el hambre encarnaría en forma ejemplar. En la misma línea, pero en una versión más extrema, tendríamos la terrible “huelga de sangre” de los presidiarios, en donde es el propio cuerpo desangrado el que “dice todo” acerca de la condición de objeto de quien a ella apela, reducido a un puro flujo vital derramado frente a la impasibilidad del Otro.


Carlos Márquez propone una reflexión sobre la huelga de hambre como recurso al cuerpo allí donde la palabra agota sus vías y no hay ya más lugar en el Otro para el reclamo del sujeto. No es ya a la impasibilidad del Otro sino a su inexistencia a lo que se apunta. No se busca ya ni siquiera justicia, sino más bien denunciar –¿pero ante quién?- la inexistencia de la Justicia. Irónicamente, el olímpico desdén que el gobierno puede mostrar frente a la huelga de hambre de sus oponentes, responde en buena parte a la seguridad de contar con un “ejército de reserva” de seguidores, cuya fidelidad es garantizada precisamente por el hecho de haberse tomado al pie de la letra la advertencia del poeta: “tened presente el hambre”.

Pero lo que también llama nuestra atención es la cierta facilidad con que en algunos casos se recurre a la huelga de hambre, no simplemente como arma sino como signo de presencia y casi diríamos que de existencia del sujeto: “aquí estamos, en la lucha”. Hay pues una especie de “facilitación” –para jugar con el viejo término del Proyecto…- del recurso al cuerpo, que nos remite al estatuto del sujeto en lo contemporáneo. Ante la caída de los semblantes, el sujeto actual parece recurrir cada vez más al cuerpo en lugar de la palabra. El cuerpo aparece entonces como pantalla en la que se proyecta la existencia (o la inexistencia) misma del sujeto en la deriva imaginaria de los discursos.

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